Nicolás Duarte, el joven de Puerto Montt que emocionó a Chile cantando el himno desde su silla de ruedas

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Su voz resonó con orgullo en el debut del baloncesto en los Parapanamericanos Juveniles. Su historia, contada por su padre, es la de una familia que nunca se ha rendido.

El sábado, en el Centro de Deportes Colectivos del Parque Estadio Nacional, miles de personas vieron lo mismo: un joven de sonrisa amplia, de apenas 17 años, cantando con toda el alma el himno nacional.

Su nombre es Nicolás Duarte, es de Puerto Montt, y su video, cantando desde su silla de ruedas antes del debut del baloncesto 5×5 en los Juegos Parapanamericanos Juveniles Chile 2025, se volvió viral en cuestión de horas.

Pero detrás de esa voz firme y emocionada hay una historia de años, de hospitales, música, familia y fe.

“Nos dijeron que Nico no iba a poder caminar”

Su padre, Víctor Duarte, recuerda que todo comenzó con una noticia dura: “Nos dijeron que Nico no iba a poder caminar. Era chiquitito y no entendíamos mucho. Estábamos recién lidiando con eso, tratando de procesar”, cuenta.

El diagnóstico fue claro: una lesión medular a la altura del cuello, que comprimió su médula y le quitó movilidad desde el pecho hacia abajo. Lo operaron cuando tenía apenas un año. Fue una cirugía de alto riesgo, pero la superó.

Desde entonces, el deporte apareció primero como una terapia y luego como un camino.

“Lo llevábamos a la Teletón de Puerto Montt más que nada para que tuviera una actividad. Pero fueron los profes, el tío Raymond y el tío Miguel, los que vieron que tenía talento. Nosotros no lo veíamos venir”, dice su papá.

Así empezó todo, con un niño mirando desde la orilla, sin animarse a entrar a la cancha. Y hoy, Nicolás es uno de los nuevos referentes del baloncesto adaptado chileno juvenil.

La música, su otra cancha

Si no está entrenando, está cantando. O tocando el teclado. Su pasión por la música nació en la casa, con un acordeón pequeño que le regalaron de niño. Luego vino un órgano, y con él, las canciones de Los Prisioneros y Los Tres.

“Siempre fue así”, cuenta Víctor. “Si no estaba en los entrenamientos, estaba tocando. Y la música lo ayudó mucho. Cuando fue al concierto de Los Bunkers en Aysén se le metió en la cabeza que quería tocar en vivo. Y lo logró”. 

En 2024, Nicolás y su banda de rock, formada en un taller de la Teletón, fueron invitados al escenario principal de la cruzada solidaria. Esa noche tocaron “Ángel para un final”, “La Torre de Babel” y “La Voz de los 80”. El público coreó con ellos. Fue su primera vez frente a cámaras nacionales.

Una familia que aprendió a resistir

La historia de los Duarte está marcada por la constancia. Su madre enfrentó una insuficiencia renal que la obligó a diez años de diálisis, muchas veces con el pequeño Nico acompañándola al centro médico. “Se la llevaba en el furgón y él se pasaba las cuatro horas dando vueltas, jugando al lado. Creció entre hospitales”, dice Víctor.

Hoy, la madre fue trasplantada, pero su salud aún requiere cuidados. Víctor, mecánico industrial, trabaja en una empresa con base en Santiago y sucursales en el sur, viajando constantemente. “A veces me toca dejar a la familia sola, pero siempre estamos conectados por Nico, que es nuestro orgullo”. 

Viven en el barrio Puerta Sur, camino al aeropuerto de Puerto Montt. Ahí se crio el muchacho que hoy hace emocionar a todo un país.

Nicolás no solo juega básquetbol, también esquía. Sí, esquía. Hace dos años lo probaron con una silla adaptada en un centro de nieve de la zona sur. “El primer día ya se lanzó. No quiso esperar. Está en mi Facebook el video. Él es así: si le ponen algo por delante, lo va a hacer. No se queda atrás con nada”, dice el padre con orgullo.

Ahora, el joven tiene claro que quiere estudiar algo relacionado al deporte: preparación física o kinesiología deportiva. Su sueño es seguir en la cancha, pero también enseñar a otros.

“El himno fue su momento”

El video que lo hizo conocido lo muestra con el pecho inflado y los ojos húmedos, cantando el himno nacional antes del debut de Chile en el baloncesto en silla de ruedas 5×5.

Los aplausos se mezclaron con lágrimas en las tribunas. A su lado, sus compañeros lo miraban con respeto. “Ese himno fue su momento. Lo hizo de corazón. Nosotros lo vimos después por redes sociales y no lo podíamos creer. Era él, feliz, orgulloso de su país”, cuenta Víctor.

Desde entonces, los mensajes no han parado de llegar, de otros deportistas, de padres, de profesores, de gente que no los conoce. “Lo que más emociona es que no lo hizo buscando fama. Lo hizo porque realmente ama lo que hace”, agrega.

Nicolás hoy entrena con regularidad en básquetbol, sigue tocando con su banda, y se prepara para nuevos torneos.

Su historia, como la de tantos jóvenes en los Parapanamericanos Juveniles, resume el espíritu de esta generación, una que se define por todo lo que tiene para dar.

Y si alguien duda de eso, basta con ver otra vez ese video. Esa voz firme, desde la silla, entonando el himno con la emoción de quien ya ganó mucho antes de jugar.